En este segundo reporte quiero compartir con ustedes, que ya después de 8 semanas de estar aquí, va pasando un poco la novedad de conocer el lugar, de encontrarme con lo nuevo. Leticia es una ciudad pequeña de aproximadamente 50.000 habitantes, sin muchas actividades culturales o para el ocio, sin que por ello deje de sentir y gustar las novedades, aunque menos sí aparecen, sobre todo cuando visito las comunidades, porque veo rostros nuevos, paisajes nuevos, historias nuevas que me animan a seguirme abriendo a la novedad del Reino.
Este es un nuevo tiempo de descargar la mochila con la que vine, esa mochila llena de ideologías, sentires, posturas, saberes que ahora siento, que no me ayudan y que por el contrario, siento que me limitan. Es ahora cuando empiezo a sentir un remover la tierra no solo exterior sino más bien la de mi interioridad para abrirle el camino a Dios, a ese Dios vivo que se me quiere revelar y que para encontrarlo debo dejar de buscarlo fuera. Tengo que descender al fondo de mi corazón y por supuesto que me asusta, no es fácil encontrarme con miedos, deseos, vacíos, preguntas…etc. Y creer, aunque a veces no lo sienta, que Dios está ahí junto a mí, en mí. Lo que más me acerca a Él, es precisamente empezar a vivir en la verdad sin engañarme, reconociendo mis errores, mis limitaciones y también mis dones, que son regalo de Él, que me ayudan a ver la verdad de los demás con misericordia.
Van apareciendo esos “fantasmas” (reflexiones) en la soledad del silencio ese darme cuenta que en algunos casos estoy viendo desde mis propios zapatos, como por ejemplo, me llama la atención que en la mayoría de las comunidades las familias tengan el servicio de Directv, (antenas parabólicas), internet y celulares de última tecnología. Caigo en la cuenta de la influencia de estos aparatos en los jóvenes que son muy parecidos a los chicos de cualquier ciudad occidental, con el mismo estilo de vestimenta (pantalones super pegados en los hombres, el cabello parado, formas de caminar, gestos, etc.).
Los padres tienen la misma preocupación que los padres en las ciudades grandes: se quejan de esa forma de vestir, de pensar… y no saben que hacer. La influencia de la televisión y la tecnología cambia rápidamente la vida y el modo de pensar de los jóvenes y niños, a una velocidad que no siento que están preparados. En las comunidades que tienen todo el día energía eléctrica los chicos hacen menos deporte y disfrutan menos de la naturaleza, los ancianos con preocupación ven como se va perdiendo la identidad de su etnia y como se van dejando de lado sus costumbres y en algunos casos hasta su idioma, y van adoptando la cultura norteamericana. No sé si llamarlo así, pero esta herramienta de la globalización (internet, parabólicas, etc.) es un monstruo que los va absorbiendo rápidamente.
Desde esto que veo, a veces pienso “no deberían tener esas herramientas”, no deberían tener televisión, pero también me respondo ¿quién soy yo para limitar o decir que deben hacer o dejar de hacer? Ellos como yo, tienen derecho a elegir lo que deseen, acertar y equivocarse como yo lo he hecho y lo sigo haciendo. Y me quedo en silencio pensando en que debería hacer. Es en esos momentos cuando aparece Dios y siento que me dice que lo deje ser y estar a Él, que los mire con ternura, los escuche, es lo mejor que puedo hacer. Por ahora es permitir ese espacio de encuentro, de abrazarlos como son, para que ellos puedan compartir sus gozos, sus dolores y yo acompañar. Probablemente, si es que llega a suceder, se propicie el espacio de compartir sobre lo que ha hecho y está haciendo en nosotros “occidentales” esas herramientas, y al final como siempre, serán ellos quienes tomen la decisión. Creo que esta situación puede ser una de las causas del alto índice de suicidio de adolescentes en estas comunidades, porque me doy cuenta que muchos con quienes he conversado, ya no quieren ser indígenas pero a la vez tampoco tienen las herramientas para vivir en este mundo occidental tan competitivo donde se privilegia el saber antes que el ser. Porque creo que nosotros los mestizos tampoco estamos bien preparados para acoger con dignidad a nuestros hermanos indígenas y acompañar este proceso de transición de un barrido cultural que se va dando aún a pesar de nuestro querer. Aún tengo mucho que descubrir, solo son unos pensamientos que van surgiendo de lo que voy observando.
Aquí los tiempos son diferentes. Con un ritmo mucho más lento, estoy aprendiendo a danzar a este nuevo compás. A veces cuando me toca dar la reflexión de la palabra (homilía) me sorprendo cayendo en la cuenta de que llevo en mi sangre ese ser profesora, haciendo participar a la gente, preguntando, traduciendo a imágenes su vida cotidiana, confrontando con preguntas como por ejemplo: ¿qué quiere Dios para su comunidad?, intentando que esa palabra se traduzca en una acción concreta en su día a día. A veces cuando he terminado me ha sorprendido el aplauso de la gente, imagino entonces que dije algo que tocó su corazón y reconozco que no soy yo, es el Espíritu de Dios que habla a través de mí.
Otro momento es cuando siento que no hago nada, porque voy y escucho a la gente, converso, camino de una casa a otra, me sirvo los alimentos y así termina el día. Sin una planificación, sin un objetivo por cumplir, solo estando. Ahora sé, que eso es pastorear, es estar y “oler a oveja”, como dice el Papa, observarlas, conocerlas una a una, intentar saber que sienten, que piensan, mirarlas con ternura y dejar a Jesús ser el Buen Pastor. Él es quien trabaja en silencio en el interior de ellos y en el mío.
He aprendido que hay pensamientos que ayudan y otros que generalmente suelen ser preguntas que me distraen de lo esencial. Cuanto me van ayudando las reglas de discernimiento de los Ejercicios Espirituales.
Voy sintiendo lo difícil que es poner en práctica ese “ir donde nadie más va” y cuesta!!! claro que cuesta, saber que después de múltiples peripecias, agotada, muerta de sed, sudando… llegas y te das cuenta que no hay capilla, que solamente dos veces al año van con suerte un sacerdote o misioneros para apoyar en los ritos de Navidad y Semana Santa. Son personas con tanta sed de ser escuchados que la visita a la familia dura más de una hora y no quieres interrumpir porque van abriéndote su corazón y no quieres perder la gracia del momento. Es justo después que siento un agradecimiento por haber sido escogida para estar ahí. A pesar del cansancio, siento cuanto bien me hace estar presente ahí en ese lugar con esos mis hermanos.
También he podido apoyar en una charla sobre Liderazgo al Grupo Juvenil de Vicariato. Esta experiencia me ha ayudado a confirmar que me gusta mucho el trabajo con jóvenes, son buen terreno donde se puede sembrar para que después sea Dios quien coseche.
Así, ha transcurrido a breves rasgos este segundo mes, con altos y bajos “normales” como me han dicho unas religiosas amigas (Tati y María de Tabatinga) con quienes me puso en contacto Analú para que la soledad sea compartida. Me ha hecho mucho bien su compañía y escucha. Gracias!
“Cuando estás lejos descubrirás la cercanía de las personas que más te quieren” me decían, eso ha sido otra verdad confirmada. Hoy es cuando más valoro a mi familia, quienes incondicionalmente se comunican conmigo por whatsapp o por teléfono, siempre pendientes de cómo estoy. Y, esos amigos del alma casi hermanos que también están pendientes de mí desde diferentes rincones de nuestra latinoamérica, con sus oraciones, con sus mensajes o llamadas con quienes puedo ser yo, contándoles todo lo que voy viviendo por acá en esta misión y de quienes voy sintiendo la compañía a pesar de la distancia.
Para terminar, les dejo una frase del Curso de Incidencia Socio Política que me ha gustado mucho y me anima, “La DSI (Doctrina Social de la Iglesia) es más que una teoría, se orienta a la acción” y eso es lo intento hacer cada día que estoy aquí. Les animo a mis hermanos de CVX a intentar poner en práctica esta frase y a dejar salir fuera ese deseo de servir y de estar en contacto cara a cara con las personas más empobrecidas del país y del mundo. Discierne y descubre cuando es tu tiempo y lánzate porque no estás solo.
Espero no haberlos cansado, trataré en los próximos relatos ser más breve.
Abrazos a todos y síganme animando con sus oraciones y cuenten con las mías también.
Lore
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