Mostrando entradas con la etiqueta Voluntariado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Voluntariado. Mostrar todas las entradas

11 de marzo de 2018

Misiones de Verano CVX Secundaria en Chile



(Colaboración de Felipe Álvarez, CVX en Chile)

Cada año el proceso formativo que propone la CVX Secundaria en Chile finaliza con una experiencia de misiones. La actividad se realizó entre el 20 y 30 de Enero, reuniendo jóvenes de Santiago, Concepción, Osorno y Puerto Montt. En esta oportunidad, las misiones se realizaron en las islas pertenecientes al archipiélago de Chiloé, acompañando a las comunidades más extremas de país. Para ahondar más, dos jóvenes nos relatan sus vivencias.

Misión en Chaulinec (“La Villa”) por Valentina Ibáñez

“Siempre he pensado que a las experiencias más vale ir como un lienzo en blanco, sin juicios anticipados, para dejarse pintar y, si uno tiene suerte, volver lleno de color. Sin embargo, luego aquello se volvió difícil pues tendría que hacer cosas que no había imaginado (…)

12 de agosto de 2017

Desde la Amazonía: Contemplación para Alcanzar Amor


Por Lorena Pérez, voluntaria CVX en Leticia 
 
“En el misterio de las aguas profundas de los ríos y de los lagos amazónicos hay siempre una historia que contar. No hay quien, habiendo visto una victoria-regia en toda su plenitud, adornado un lago o adornando un río, pueda olvidar aquel escenario de verdadero encantamiento. El remanso de los ríos o el lago que es su vivero, son espejos donde Iaci la Luna; vanidosa y seductora, se refleja para llamar la atención de las cablocas que la tiene como visión inspiradora del amor.

En la cima de las colinas las cumbres esperaban la aparición de Iaci, creyendo que ella traía el bien del amor, pues su beso las hacía iluminadas, desmaterializándolas y transformándolas en estrellas.

14 de junio de 2017

Desde la Amazonía: Todo está interconectado como si fuésemos uno…

Por Lorena Pérez, voluntaria CVX en la Amazonía. 
“Tudo está interligado como si fossemos um. Tudo está interligado nesta casa comum” Mantra Amazónico em portugues
Este mantra me ha acompañado durante todo este mes, todos formamos parte de esta madre tierra y de este universo, estamos conectados unos con otros y juntos dentro de esta Casa Común, todo lo que hagamos tiene afectación en el otro sea ser humano, animal, planta, es decir todo ser viviente de nuestro planeta, grande o pequeño, depende de nuestra manera de actuar, del estilo de vida que elijamos, de lo que hacemos o de lo que dejemos de hacer. 

Desde esta reflexión, puedo decir que si nos damos cuenta en realidad nunca estamos solos, la soledad puede ser una sensación temporal de la persona que depende de esa capacidad para abrirse y sentir con el otro, siempre estamos cercanos y relacionándonos continuamente con otras personas o seres vivos, a quienes podremos percibirlos desde nuestros sentidos. Por lo tanto, puedo ser responsable de lo que le sucede al otro tanto de bueno como de no tan bueno. Suena fuerte porque a nadie le gusta que la felicidad o armonía dependa del otro. Muchos libros de psicología nos motivan a buscar nuestra propia felicidad dentro de nosotros y eso me parece muy bien, solo que algunas veces nos pasamos la vida centrados en nosotros mismos y en la búsqueda de la felicidad que se nos pasa la vida en eso, y caemos en el individualismo, en el cual está sumergido el mundo, y nos olvidamos que la felicidad es algo de doble vía, es decir, que es un dar y recibir incondicionalmente, yo en gratuidad me dono al otro y el otro se me da gratuitamente. Al estilo de Jesús, quien nos invita junto a él a recrear continuamente este mundo y a encontrar el rostro de Dios en el otro, que en esta Casa Común hay espacio para todos y que lo importante es aprender a convivir juntos en armonía, en Su amor.

21 de mayo de 2017

Desde la Amazonía: Sonidos de muerte y resurrección

Por Lorena Perez, voluntaria CVX en la Amazonía.

“Hay que descender siempre al fondo para descubrir allí una nueva fuente de energía, para renovar la vida gastada y refrescar la vida reseca. La fuerza transformadora no se encuentra en la superficie en que vivimos sino en las profundidades. El camino hasta esas profundidades pasa por la confianza y la decisión, por el desprendimiento y receptividad. Yo no puedo seguir ese camino por decisión propia sino únicamente si soy llamado. Sólo el que escucha la llamada de la vida y la obedece puede encontrar la fuente de la vida en lo profundo”. 
Anselm Grün, Una Espiritualidad desde Abajo. 

Tiempo de cuaresma y pascua, tiempo de Muerte y Resurrección. Gracias a la dinámica de nuestra vida, gracias a la dinámica que tenemos como seres humanos espiritual o interiormente nunca estamos en el mismo lugar, estamos en un continuo movimiento que implica vivir momentos de alegría y gozos profundos, así como momentos de tristeza y soledad y otros de tiempo tranquilo. Así como el clima cambia de una hora a otra, de un día a otro, de un mes a otro. Mi tiempo aquí en esta Amazonía me va permitiendo percibir esos movimientos internos con más claridad, tal vez porque este lugar lo facilita, aquí el agua del río corre y nunca es la misma, aquí aún se puede percibir el sonido de la naturaleza a través de los brotes de plantas, de las flores, de los frutos, de un animal que nace y también los sollozos y gritos a través de un ave, un pez u otro animal que muere o de la tala de un árbol.

22 de abril de 2017

Desde la Amazonía: No sonar como latas vacías

Por Lorena Pérez (Ecuador), voluntaria en Leticia.

“Aunque reparta todos mis bienes, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me aprovecha. El amor es paciente, es amable; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo escusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.” (1Cor 13,3-7)

Es uno de mis pasajes favoritos de la Biblia, muchas veces lo he leído en diferentes contextos de mí vida y siempre ha tocado muy profundo mi corazón. 

En este mes, desde esta triple frontera con el pequeño aporte que puedo hacer en el equipo pastoral desde este voluntariado, siento que, a pesar de mí misma, Dios, ese Padre que es Bueno me va permitiendo vivir con intensidad este trabajo, motivándome a poner el corazón en lo que hago, me apasiona el contacto con los niños en las escuelas, quienes en estos meses poco a poco me han ido conociendo y ahora, ya se acercan con confianza y familiaridad.  Les encanta pronunciar mi nombre gritando “Lorena” para llamar mi atención, yo volteo a verlos, les guiño el ojo y les sonrío, ellos responden mi sonrisa y se acercan para que los abrace. Tal vez, tanto ellos como yo, lo hacemos por necesidad, sí, necesidad de afecto, de cercanía, de sentir el amor de Dios a través del otro. Qué bueno y gratificante es dar y recibir un abrazo, deberíamos hacerlo con más frecuencia, con certeza crearíamos más lazos y menos muros en el mundo.


18 de marzo de 2017

Desde la Amazonía: Evangelizar desde la vida cotidiana

Por Lorena Pérez (Ecuador), voluntaria en Leticia. 

Febrero es el mes más corto del año. En esta región de nuestra querida Amazonía poco a poco se empiezan a reanudar las actividades cotidianas después de un largo tiempo de vacaciones escolares. Se ven las promociones para el inicio de las clases en las pocas calles comerciales de Leticia. Los niños y jóvenes aún están de vacaciones las tres primeras semanas, a partir del 20 de febrero empieza a sentirse de nuevo el movimiento, ya se puede ver en las mañanas a los padres que llevan a sus hijos hasta las puertas de ingreso de las escuelas, algunos niños con uniformes nuevos y otros con uniformes remendados pero bien lavados, algunos niños van alegres por retomar sus clases otros me cuentan que quisieran que las vacaciones fueran más largas porque les gusta mucho estar en casa y jugar con sus amigos. 


30 de enero de 2017

Desde la Amazonía: Celebrando

Por Lorena Pérez, voluntaria. 

Mes a mes voy compartiendo brevemente esta experiencia que con altos y bajos, ya ha llegado al sexto mes. Qué rápido pasa el tiempo, estoy en la mitad del camino. Por supuesto es el tiempo de detenerme, hacer una pequeña pausa, hacer silencio para dejar que se vaya decantando y descubriendo cómo Dios se ha ido manifestando en todo este tiempo, desde el trabajo con la Compañía de Jesús y con la CVX.

Diciembre es un mes muy corto porque tenemos dos celebraciones: Navidad y Año Nuevo, que prácticamente dejan el mes en 15 días. Lo mejor de este mes han sido las Misiones de Navidad que realicé inserta en la comunidad de Nazareth, una comunidad con aproximadamente 1000 habitantes, la mayoría de la etnia Tikuna. Fueron 10 días en los cuales Dios se manifestó generosamente a través de los niños y jóvenes con quienes principalmente trabajamos los misioneros capuchinos y yo.


Estas misiones son organizadas por la Congregación de los Padres Capuchinos que tienen su misión por muchos años aquí en la Amazonía. Como voluntaria me incluí en las misiones junto con un teólogo jesuita chileno Juan Pablo Becker. Los jesuitas aquí en este rincón de la Triple Frontera no tienen una obra concreta, mas bien han optado por apoyar las obras y proyectos que existen en el Vicariato en la medida de sus tiempos.

Debo agradecer mucho a Dios porque en este mes, su rostro fue más evidente en cada niño con quien compartí la vida mientras preparábamos los villancicos, descubrir sus historias de vida difíciles, niños que a tan corta edad 9, 11 y 13 años ya habían perdido a sus padres y vivían con sus abuelos. Niños y niñas tan necesitados de afecto, de caricias y abrazos, que madrugaban para que iniciemos actividades con ellos. En estos 10 días hice de directora de coro, maestra parvularia, psicóloga, diseñadora de interiores, catequista, abogada, etc. Fue tanta la cercanía y el cariño recibido de lado y lado que el corazón se queda chiquito ante tantas muestras de afecto. Incluso algunas niñas querían identificarse con Paola (misionera laica franciscana de Pasto) y conmigo, pues habían pedido a sus papás que les compren gafas y sombreros como los que nosotras llevábamos, lo cual nos causó un poco de gracia. Pero cuando nos dijeron el último día “les vamos a extrañar porque ustedes son la únicas que nos quieren”, nos quedamos sin palabras con que responder y agradecidas porque fueron ellas quienes nos abrieron su corazón.
Fueron días también de conocernos con Paola y de poder acompañar su historia de vida, que como muchas vidas tiene sus sueños rotos y fracasos, sus gozos y alegrías. Dios no deja de cruzar en mi vida personas, a quienes por esas “diocidencias”, puedo tender una mano al escuchar y acoger sus vidas. Esa actitud me ayuda mucho y aprendo más dentro de este caminar.
Además, en medio de la Novena tuvimos un encuentro con los catequistas de las comunidades rivereñas con quienes el próximo año, y como fruto del diagnóstico realizado, se está planificando iniciar un proceso de formación a catequistas y futuros animadores de las comunidades, que tanta necesidad tienen de savia nueva que despierte y renueve la fe en sus comunidades. Contamos con 40 personas y fue dirigida por el P. Valerio Sartor SJ. Fue un encuentro de compartir las experiencias y de proponer necesidades en torno a la Evangelización. Confiamos en que Jesús siga bendiciendo este pequeño proyecto.

Al finalizar la novena tuvimos la Capilla llena en la Noche Buena. No había espacio para un alfiler, incluso estaban sentados en el suelo. Todos fueron a compartir y celebrar con alegría el Cumpleaños de Jesús, los niños prepararon dos danzas al Niño Jesús, fue una Navidad diferente, alejada de la tecnología y los medios de comunicación, llena de tantas actividades que el tiempo se me pasó volando. Solo la Noche Buena extrañé a mi familia tan querida. Ya el 25, día de Navidad, recibí sus llamadas tan llenas de cariño que alegraron mi corazón.
Y el regalo que Dios me dio después de esta misión fue poder viajar y compartir con mi familia el Año Nuevo. En realidad, inicialmente el voluntariado era un año de corrido, pero como aquí en Colombia es tiempo de vacaciones escolares diciembre y enero. Mis compañeras de misión y los jesuitas del PAMSJ, viajan a sus países de origen para pasar fin de año y sus vacaciones anuales, para no quedarme sola en Leticia aceptaron que yo también viajara unos días para pasar el fin de año con mi familia. Mi papá fue quien generosamente me regaló el pasaje para compartir con ellos estos días en que me he podido recargar de su cariño y cuidados.

Fue tan emocionante el reencuentro con mi papá, mis hermanos, mis cuñadas y mis sobrinas, sobretodo mis sobrinas que hasta se nos escaparon las lágrimas de la emoción. Claro no me olvido de mi hija de cuatro patas (Titina), me alegra ver como se lleva de maravilla con mi papá y se acompañan en mi ausencia. Voy confirmando que la familia y mi familia es el mejor regalo que Dios me pudo haber dado en esta vida, ellos son un gran apoyo en esta misión. Además, pude verme con amigas y con mi comunidad de CVX, tuve un acompañamiento largo con Mauricio López compartiendo las luces y sombras de estos 6 meses de experiencia voluntaria. Intentando abrir camino para los que vendrán.

Con todo lo vivido siento que ha sido un tiempo de celebrar la vida, la alegría, la familia, de sentir a Jesús que sutilmente nace en nuestros corazones día a día y me anima a seguir encontrándolo en cada cosa que voy viviendo.

Tiempo de celebrar la amistad y los reencuentros, tiempo de recargarme para los próximos 6 meses que me faltan.

Finalmente, quiero terminar este breve relato con esta frase de Pedro Casaldáliga:
“Para mí, un hombre o una mujer espiritual es vivir en profundidad, asumir opciones dignas de una vida humana. Ser coherente, abrirse a las necesidades del prójimo. Celebrar la vida”.
Con todas nuestras limitaciones humanas siento que, si nos dejamos llevar por Jesús, con certeza tarde o temprano nuestro corazón no puede resistirse a escuchar ese llamado de ver nuestro mundo roto y quedarnos tranquilos sin contribuir con un granito de arena, probablemente insignificante, pero es mejor eso a quedarnos sin hacer nada. Nuestra espiritualidad nos confronta a ser coherentes entre lo que predicamos y lo que hacemos. Hay que “poner el amor más en obras que en palabras” como dice Ignacio de Loyola. Tal vez el mundo siga igual, pero yo ya no soy la misma ahora, hay un antes y un después de esta experiencia. Les invito a quienes van sintiendo este llamado a que lo tomen en serio y se vayan poniendo en las manos de Dios, para que puedan lanzarse a esas invitaciones que solo Dios pone en nuestro corazón.

A todos quienes me acompañan leyendo estos pequeños relatos mes a mes les deseo un año 2017 lleno de pasión y alegría por lo que hacemos y que desde donde estemos siempre tratemos de traslucir el amor que recibimos diariamente de nuestro Padre Bueno.

8 de enero de 2017

Desde la Amazonía: Reconocer

“El cuidado es más que un acto; Es una actitud. Por lo tanto, abarca más de un momento de atención. Representa una actitud de la ocupación, el interés, la responsabilidad y la implicación afectiva con el otro.” Leonardo Boff
Por Lorena Pérez, voluntaria.

Con esta nueva frase quiero iniciar este compartir que muestra la importancia del cuidado de la persona, de intentar llegar a través de este apostolado al corazón de las personas con quienes he compartido, comparto y con quienes van llegando en este caminar. Vidas llenas de sueños y también de tristezas y frustraciones. Vidas a veces necesitadas de escucha, de cercanía, de presencia, de una mano extendida, vidas llenas de sabiduría y amor.

Este mes de noviembre, después de terminar las visitas a las comunidades y de haber recogido los datos preliminares del diagnóstico de la situación general y pastoral de las comunidades ribereñas del vicariato de Leticia, pudimos tener como equipo de pastoral una visión general de las fortalezas y debilidades que se presentan en esta zona de la Amazonía. 

Las comunidades ribereñas son comunidades que, desde el punto de vista de la calidad de vida, si tomamos en cuenta la manera de disfrutar sus actividades, su familia, su entorno y todo lo que viven día a día. Puedo decir que son personas felices porque en medio de las carencias que desde mi punto de vista occidental no disponen. A cambio son niños que ríen con las cosas sencillas que la vida les presenta como trepar a los árboles para cosechar frutos, jugar fútbol, etc. Las madres disfrutan preparando los alimentos para sus hijos, bañándolos y los padres que aunque con expresión de cansancio después de la jornada tienen miradas de amor para sus hijos y la alegría de traer el alimento para su casa. Es entonces cuando puedo decir que son personas ricas porque valoran lo que tienen y lo disfrutan.

Brevemente, puedo compartir lo que en algún relato anterior mencioné, pero esta vez ya con evidencias. Por algunos años la iglesia (obispos, sacerdotes, religiosas/os y laicos/as) han descuidado el acompañamiento a estas comunidades ribereñas, tal vez por la disminución de vocaciones religiosas, probablemente por el incremento de la población y de las parroquias o quizás por facilidad de permanecer dentro de Leticia. Esa respuesta la deberán determinar las autoridades eclesiásticas de este Vicariato.

Los catequistas son de avanzada edad, lo que dificulta el interés de jóvenes y niños por la práctica de la religión católica. Hace algún tiempo no han tenido formación o actualización de los catequistas ni se han abierto espacios para nuevos catequistas o animadores. La evangelización en esta zona se ha limitado a lo sacramental y a la catequesis. A pesar de este entorno, es admirable como de las diez comunidades, cuatro que son totalmente católicas, no han permitido el ingreso de otras prácticas religiosas, porque dicen que son católicos y morirán católicos. Es muy bonito escuchar esto, a la vez que me confronta como católica qué podemos hacer para que se reactive y actualice la fe en estas comunidades.

Tuvimos una reunión con el Obispo de Leticia y nos animó a continuar con el trabajo pastoral. Ahora viene el momento de determinar el camino a seguir. Mientras tanto, en vista de las necesidades, como equipo estamos intentando ver que puede ser más urgente y de qué manera podemos sostener el trabajo que se pueda realizar. Hemos decidido organizar un encuentro de catequistas y de nuevos posibles jóvenes y adultos interesados en formarse y reavivar el fuego de la fe en sus comunidades. Es muy importante que ellos mismos expresen sus necesidades. Después de este encuentro podremos definir y priorizar las actividades a seguir en el trabajo pastoral para el próximo año 2017.

También visité la comunidad de Zaragoza junto a las Hnas. Noelia y Magnolia para acompañar y preparar a las personas que mostraron interés por bautizarse en las misiones de Navidad. Estuvimos 3 días visitando a las familias y conversando sobre el compromiso y la importancia del sacramento del bautismo.

Tuve además la oportunidad de apoyar el taller de pastoral social organizado por el Vicariato de Leticia con el tema “Pensamiento Occidental, Globalización y Resistencias Sociales”. Fue una experiencia que me permitió acercarme más a los pastoralistas de las diferentes parroquias de Leticia y de motivarlos para que apoyen a las comunidades ribereñas.

Este mes también pude colaborar con el mapeo de Fe y Alegría tabulando las encuestas que realizaron Pablo SJ y Robby. Esto me permitió a breves rasgos conocer la situación de Fe y Alegría en la Amazonía, en especial de los dos países que pude tabular los datos Ecuador y parte de Perú). 

Fue un tiempo más bien de pocas visitas a las comunidades, un tiempo de reconocer el camino realizado en estos meses, de reconocer los rostros de las personas con quienes he compartido, de reconocer el cuidado de Dios en este caminar diario y de reconocer como Dios se ha ido manifestando en todo el trabajo realizado y en el trabajo de mi alrededor.

Un tiempo de recargarme y prepararme para el mes que viene con fuerza para las misiones y para la temporada Navideña que siempre sensibiliza nuestro corazón y nos prepara para seguir intentando ser coherentes con los llamados personales de servicio a los demás.

Les envío un gran abrazo con el cariño de siempre, agradeciendo su seguimiento y compañía en esta misión.

Lore

14 de diciembre de 2016

Desde la Amazonía: Aprendizajes

Por Lorena Pérez, voluntaria.

Parecería que me he olvidado escribir el compartir mensual de mi peregrinar por estas tierras donde Dios se muestra de manera especial y delicada. Y aunque muy respetuosamente han respetado este tiempo de silencio. Esto probablemente no es más que un signo de que me voy adaptando más y mejor a este rincón de la Amazonía.

Y siento que es así, ya los insectos me reconocen y me pican menos, la comezón es más tolerable. El calor es más soportable, aunque con eso no quiero decir que transpire menos, solo que he aprendido a sentirlo de forma más natural y por supuesto los ventiladores y el aire acondicionado ayudan en esta adaptación. Los paisajes y los rostros de las personas me son familiares. Ahora ya puedo comprender mejor las conversaciones porque, aunque hablamos el mismo idioma, cada país y región tiene sus propias palabras que no siempre son fáciles de entender o porque las uso muy poco o porque no las entendía en el contexto.

Con este pequeño preámbulo quiero compartirles que este mes de octubre, he vuelto a navegar por el río Amazonas para recorrer las últimas comunidades (Zaragoza, Libertad y Puerto Triunfo) y con ello terminar el primer recorrido por las 10 comunidades rivereñas que pretende ser un diagnóstico para saber cuál es la situación pastoral, cuáles son su necesidades y a futuro poder crear juntos con el Equipo Pastoral y con la comunidad una propuesta pastoral que les permita mantener viva la llama de la Fe y su forma de relacionarse con Dios desde la religión católica sin que para ello tengan que modificar su esencia cultural, sus ritos y sus tradiciones. Suena muy ambicioso lo sé, pero soñar no cuesta nada.

Estas comunidades están más distantes de Leticia. Son aproximadamente 4 a 5 horas en el bote de la comunidad que generalmente tienen motores pequeños y por lo tanto son más lentos. Aunque el viaje suele ser bastante cansado, la riqueza de viajar en estos botes es que, durante el trayecto puedo ir conversando con las personas de la comunidad sobre su vida cotidiana, lo que me da muchas luces para el diagnóstico. Además, me permite tener una relación más horizontal con ellos y después, ya en la comunidad siento cercanía y familiaridad al relacionarnos los días que permanecemos con ellos. 

En este rinconcito de la naturaleza se percibe más claramente el efecto del cambio climático, pues han tenido escasas lluvias, lo cual dificulta la preparación de los alimentos y el uso del agua para refrescarse en medio del calor, pues ellos utilizan solamente el agua de la lluvia para cocinar, ya que el agua del Río Amazonas no es apta para el consumo humano porque está contaminada y les provoca problemas digestivos y erupciones en la piel.

Estas comunidades por estar más alejadas de Leticia, tienen presencia de otras iglesias como las evangélicas, pentecostales, bautistas, etc. Hasta ahí, no encuentro ningún problema ya que considero que lo importante es que la gente se relacione con Dios, que sea feliz y se relacione con los demás en armonía. Pero, lamentablemente no es así, pues como suele suceder para lograr adeptos a su iglesia tienen que desacreditar la otra y en este caso es a la iglesia católica porque supuestamente es una iglesia donde permiten que la gente se emborrache y después existan riñas que terminan en problemas graves o incluso la muerte de algún miembro de la comunidad. Y todo esto por supuesto está dividiendo a las comunidades y lo que antes trabajaban juntas en las mingas ahora ya no asisten todos y eso dificulta el desarrollo de la comunidad y crea un individualismo entre sus miembros que preocupa al Consejo de la comunidad. Imagino que la intención de las otras iglesias no es esa, no es causar división. 

Eso me ha hecho pensar en la importancia del diálogo interreligioso. Creo que con un pequeño diálogo con los Pastores, acordando unos mínimos de convivencia, sin pretender que sea una competencia por quien es mejor o tiene más feligreses, ayudaría a mejorar el bien de la comunidad, intentando vivir como hijos de un mismo Padre – Madre Dios, aunque con formas de ver la fe y prácticas diferentes.

A partir de esta pequeña experiencia y leyendo las Bienaventuranzas de Adolfo Chércoles me queda resonando la siguiente frase: 
El problema de mi fraternidad, de si realmente soy hermano de todos los hombres, no es lo que yo sienta en mi corazón, sino que el problema real es que los demás se puedan sentir hermanos míos cuando se crucen conmigo. Aquí es donde me juego la fraternidad: ¿qué le importa al otro que yo en mi “corazoncito” lo sienta como hermano, si él me ve como un erizo?
Cuanta verdad, el problema es que muchas veces nos centramos en nosotros mismos y lo que hacemos no siempre es con pureza de intención como dice Ignacio, no es desde la gratuidad, sino que probablemente de manera inconsciente buscamos esa sensación de bienestar personal que nos impide salir de nosotros al encuentro con el otro, y que sea él quien realmente nos sienta su hermano. 

Es en este sentir y reflexionar que fijo mi mirada a Jesús para que no me olvide de cada frase que toca mi corazón y que puede en medio de mi fragilidad sentir cómo Jesús, mirar, hablar, escuchar, amar como Él, para que los demás sientan a Jesús en mí, aunque a veces yo me vea como un erizo.

Este tiempo es una escuela de aprendizajes, no solo por el contacto con las personas de las comunidades sino también por el compartir con mis compañeros de camino, esas personas (voluntarios, religiosos, laicos) que comparten mi día a día, con quienes tenemos encuentros para cenar o tomar un café y con ese pretexto tener largas charlas luego del trabajo para hablar sobre nuestras experiencias de Dios, nuestras alegrías, nuestros miedos y nuestros sueños. Al final se queda el corazón calientito porque hemos sido cada uno nosotros mismos y nos sentimos aceptados y acogidos por el otro tal cual somos.

Y dentro de los aprendizajes nuevos por esos impulsos con los que a veces actúo y en los que descubro que es Dios quien me mueve para seguir soñando y haciendo cosas que me gustan, ingresé este mes a un curso de portugués básico en la Universidad Federal del Amazonas. Gracias a esta pequeña locura de aprender un idioma nuevo he tenido la oportunidad de conocer nuevas personas con actividades e intereses diferentes, entrar en otro círculo de amistades que me hacen mucho bien. Así que el próximo compartir probablemente será en Portuñol.

Por último quiero compartir con ustedes las palabras que Fernando López SJ me dijo en mi último acompañamiento a propósito de que no siempre me es fácil la inculturación en las comunidades: “nosotros cuando trabajamos con las comunidades tenemos tres semáforos: el primero es el de la comunidad que tiene su tiempo y ellos cuando sienten que eres de confianza llega un momento en que ponen su semáforo en verde y tú puedes hacer y compartir sus ritos o espacios. El segundo es el semáforo interior que cuando está en rojo no debo forzarlo tampoco sino esperar a que con mi tiempo y proceso yo también pueda ponerlo en verde para que compartir con las comunidades, y el tercero es el semáforo de mi relación con Dios que también me dice que es el tiempo y por su puesto se pone en verde, si está en amarillo me dice que aún hay que esperar”. Me decía además que “generalmente este proceso se va dando de a poco en los tres semáforos y suele ocurrir que el proceso es muy similar en los tres, de manera que cuando uno está en verde los otros también.” En conclusión, me invita a estar consciente de estos tres procesos que voy viviendo y que me vaya abriendo a las experiencias que Dios me va regalando sin forzarme, pero tampoco sin estancarme, que no sea solo mi querer sino la unión de los tres quereres.

Hasta aquí este mi cuarto mes, un fraternal abrazo a todos quienes me acompañan con la lectura de este pequeño compartir.

24 de octubre de 2016

Cevequianas en el Wallmapu: “El Corazón en la Frontera”

Carla Mora (a la derecha) narra su experiencia junto a Natalia Carrasco (a la izquierda). Ambas de 23 y 24 años, enfermeras de la Universidad de Concepción y miembros de la CVX Jóvenes de Concepción (Chile). Hace 8 Meses son parte del Voluntariado de la Red Juvenil Ignaciana en Tirúa.


Nuestra misión… Tirúa
Hace un par de meses vivimos… aquí: Tirúa, provincia de Arauco, Región del Biobío. Vivimos en lo que los grandes medios de comunicación han denominado la “Zona Roja del Conflicto Mapuche”. Éste es el gran titular que vende todos los días y entrega rating a la crónica roja.
Muchos de nuestros amigos y familiares pensaban así. Creían que estábamos viviendo en un lugar peligroso, rodeados de gente violenta, en un Estado de Sitio. Pero es el tiempo quién se ha encargado de desmentir todo esto.
Hemos conocido madres, padres, abuelos y niños, que hacen esfuerzos cada día por mantener sus tradiciones ancestrales. Nos hemos encontrado con gente trabajadora y luchadora que solo pide lo esencial en la vida de cualquier persona que habita en un país libre y democrático: el derecho de vivir tranquilos y en paz.
Todo aquello que se muestra, es tan diferente de lo que aquí se vive.  En este tiempo en Tirúa, hemos confrontado nuestra ignorancia y superado nuestros prejuicios. Y solo puede ser desde éste aprendizaje, desde donde podemos escribir.

Una propuesta de vida: “Küme Mongen”[1].
Para el Pueblo Mapuche, la “comunidad” no es solo un nombre, sino que se compone por personas y familias: niños, adultos y ancianos.  En la lengua originaria mapuche – el mapudungun –  no hay concepto para la palabra “violencia”. Esta palabra fue aprendida por la fuerza del winka (no mapuche) que en su afán de poder y riqueza avasalló con la tranquilidad y cultura de un pueblo lleno de significados.  Es desde esta realidad, desde donde hoy se lucha por salvaguardar la cultura, y recuperar lo perdido en los siglos.

En estos meses trabajando y conociendo al Pueblo Mapuche, nos hemos maravillado con una propuesta de vida muy diferente a la nuestra. Cada uno de los niños, mujeres, ancianos, familias y comunidades que nos han abierto las puertas de su vida, su cultura y costumbres, nos han enseñado el valor del nosotros…  “nosotros comunidad”.

Esta es una forma de vida muy distinta a la nuestra, que no solo incorpora al ser humano, sino que lo une con la naturaleza y las fuerzas espirituales que lo acompañan siempre. Así, cada vez que salimos de una casa después de compartir la mesa, se transforma en un llamado a la confianza que no tiene límite de tiempo, que permanece intocable y se queda en cada uno de nosotros; se trata de una relación de dar y recibir.  

Una ceremonia que refleja todo esto esel we tripantu (año nuevo mapuche) que trae consigo la renovación de las energías.  Se trata de comenzar un nuevo ciclo, en el que se fortalece la tierra con la que el ser humano podrá vivir hasta un próximo ciclo. Es un tiempo en que se renueva la confianza que el hombre pone en la tierra y que la tierra le entrega de vuelta.  Esta confianza se construye desde el cariño, el dialogo, y el respeto de los equilibrios que permiten al humano sobrevivir y a la tierra seguir siendo fértil y generosa.

Curiosamente, esa analogía nos sirve para llevarlo a la demanda de reconocimiento del Pueblo Mapuche. La clave de confianza radica en poder establecer diálogos  fecundos en respeto y colaboración. Un dialogo basado en la jerarquía y la negación del otro, es un camino condenado el fracaso. Hay un modelo económico imperante que marca el individualismo y la competencia, que nos hace alejarnos del trabajo comunitario y que promueve la desconfianza entre unos y otros. Claramente ese no es un camino con el que podamos llegar a soluciones, de ahí la importancia de tener la disposición a hacer los cambios que nos lleven a nuevos caminos.

Construir desde la Confianza
A la hora de buscar una solución; confiar es también hacernos responsables en cada uno de nuestros actos, es hacernos cargo unos de otros. Es también aprender a ver, escuchar y sentir no solo por mí, sino que por la naturaleza, el agua, la tierra, por mi familia, por mi comunidad. Es entender que aquí no gana uno mejor que otro, que el camino se hace andando y que ese camino en tan importante como la meta que queremos conseguir.

En el mundo Mapuche la relación y reciprocidad son esenciales. Así la solución no llegará a través de una formula elaborada por un grupo de expertos de ninguno de los lados sentados solos en una oficina, creyendo que protocolos, leyes antiterroristas u otros serán la salida. Solo la disposición a sentarnos a conversar y el reconocimiento -que se hace necesario y urgente- nos ayudan a alcanzar una solución. Lamentablemente si miramos el escenario actual en el que allanamientos se roban la pantalla de la televisión nacional, en que mujeres son disparadas por defender a sus familias, en el que una comunera mapuche es obligada a dar a luz engrillada, en el que se discrimina por llevar un apellido distinto y el que se criminaliza una demanda histórica… pareciera que no estamos ni cerca de la meta. Nos cuesta encontrar hechos y palabras que construyan una confianza para tal diálogo.

¿Cómo podremos cerrar este ciclo de intolerancia?
Este largo ciclo de negación solo puede terminar con una respuesta de calidad democrática y humana que permita el reconocimiento. Somos nosotros entonces (las y los chilenos), y el Estado de Chile (la institucionalidad) quienes debemos dar un salto de confianza en la Reivindicación Mapuche. Solo así podremos construir nuevos caminos que nos lleven a la justicia y la paz.




[1]Buen Vivir” En lengua Mapuche.